√ Estos profesionales sanitarios de la atención primaria de la salud visual son los mejores aliados para detectar a tiempo un problema de cataratas, y estarán al lado del paciente tras la cirugía para ajustar su graduación y ofrecer pautas de higiene

√  Entre el 40 y el 60% de los mayores de 65 años están afectados por la pérdida de transparencia del cristalino, que conduce a una reducción progresiva de la visión, pero que puede recuperarse de forma eficaz con una intervención quirúrgica

Como profesionales sanitarios de la atención primaria de la salud visual, los ópticos-optometristas pueden convertirse en los mejores aliados para detectar y hacer un seguimiento a los pacientes con cataratas, especialmente en una comunidad con una población tan envejecida como la de Castilla y León, ya que la edad es el principal factor de riesgo para desarrollar esta patología, tal y como se recuerda desde el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL).

De hecho, entre el 40 y el 60% de las personas mayores de 65 años sufren esta pérdida de transparencia del cristalino, que es la lente natural del ojo, está situado detrás de la pupila y permite enfocar a diferentes distancias. A través de esta lente, los rayos de luz pasan hasta la retina, y allí se forman las imágenes, por lo que, cuando el cristalino se vuelve opaco, el paciente sufre una pérdida progresiva de visión.

Como corrobora la vicedecana de COOCYL, Ana Belén Cisneros, “las cataratas, en la mayor parte de los casos, se producen por un proceso de envejecimiento natural; como no podemos evitar el paso de los años, la única forma de retrasar su aparición es proteger los ojos del sol, evitar el tabaco y el alcohol y consumir alimentos ricos en vitaminas C y E”.

Además de estos consejos en torno a la prevención, es igualmente importante acudir a las revisiones periódicas, al menos una vez al año, en un establecimiento sanitario de óptica. De este modo, explica Ana Belén Cisneros, es posible, por un lado, detectar “una disminución de la agudeza visual que no mejora con graduación” y, por otro, se pueden descubrir las primeras señales de que el cristalino está empezando a nublarse, una situación similar a mirar a través de un parabrisas empañado que hace que los objetos se vean borrosos o menos coloridos. Señales que alertan al óptico-optometrista para derivar al paciente al especialista oftalmólogo e iniciar el tratamiento adecuado para esta patología.

A día de hoy, añade la experta, la operación de cataratas es el único tratamiento eficaz, y “en manos de un cirujano oftalmólogo, los resultados suelen ser espectaculares, mejorando la calidad de vida de millones de personas al año”.

Se estima que cada año se realizan hasta 20 millones de estas intervenciones en todo el mundo, 350.000 de ellas en España, donde, además, existen más de 126.000 ciudadanos en lista de espera, según datos del Ministerio de Sanidad. La cirugía de cataratas es una operación sencilla, breve y altamente efectiva, en la que el cirujano extrae el cristalino natural nublado del ojo y lo reemplaza por una lente artificial intraocular, recuperando el 100% de la visión en la mayoría de los casos, e incluso es posible aprovechar la intervención para corregir defectos refractivos, como la miopía, el astigmatismo o la vista cansada.

Tras la intervención, el papel del óptico-optometrista es nuevamente fundamental. “Transcurrido un mes, hay que realizar una revisión del paciente operado de cataratas para saber si necesita algo de graduación, tanto para lejos como para cerca”, comenta la vicedecana de COOCYL, y también es recomendable el uso continuo de gafas de sol, ya que se produce una mayor sensación de deslumbramiento: “En estos casos, aconsejamos usar lentes con un filtro de color marrón, ya que es el que bloquea mejor la longitud de onda de los azules tan molestos durante el proceso de formación de la catarata, y también después de la extracción del cristalino”.

Señales de alerta y factores de riesgo

Para ayudar a la detección de las cataratas, el propio usuario puede comunicar a su óptico-optometrista si presenta algunos de estos síntomas:

  • Disminución, generalmente progresiva, de la agudeza visual.
  • Visión borrosa al comenzar el día, similar a la que apreciamos en un día con niebla.
  • Mucha sensibilidad a la luz, especialmente a los faros de un automóvil por la noche.
  • Los colores parecen mucho menos brillantes de lo que en realidad son, y se ven más atenuados o amarillentos.
  • Dificultad para ver bien de noche o necesidad de más luz para leer.

Sumados a estas señales, también existen factores de riesgo que pueden relacionarse con la aparición de cataratas y que deben tenerse en cuenta.

Además del envejecimiento –el 80% de los casos están asociados a la edad–, también influyen negativamente en la degradación del cristalino la diabetes; la exposición excesiva a la radiación ultravioleta, especialmente sin unas gafas de sol homologadas y con la protección adecuada; el tabaquismo; la obesidad; la hipertensión arterial; el uso prolongado de corticoides; patologías inflamatorias oculares como las uveítis; las cirugías oculares previas o el consumo excesivo de alcohol. Igualmente, puede influir el hecho de tener familiares con cataratas.

Con todo, el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla León destaca, una vez más, la importancia de estar atentos a las señales que pueden indicar un problema de visión para consultar con el profesional sanitario de referencia en la atención visual primaria, de forma especial en casos como las cataratas, que suponen la principal causa de ceguera en todo el mundo, incluso por delante de otras patologías graves como el glaucoma, la uveítis o la retinopatía diabética.