Prevención

Los ópticos-optometristas de Castilla y León alertan de los problemas oculares ante la falta de protección frente al frío, el viento o el tiempo seco

 – En los deportes de invierno hay que extremar el cuidado de los ojos, especialmente en la nieve que refleja el 80% de luz solar

– El uso de gafas de sol en esta estación es fundamental para prevenir la fotoqueratiris y la sequedad ocular

Comunicación COOCYL, 30 de enero de 2017. ­En una Comunidad como Castilla y León, con un tiempo extremo en los meses de invierno con fuertes heladas, y en general, muy seco, es fundamental extremar las precauciones en el cuidado de los ojos, tal y como advierte el Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL).

En esta época, el sol se sitúa más bajo en el cielo y a un ángulo diferente, lo que puede incrementar nuestra exposición a la radiación ultravioleta, tanto en días nublados como despejados. Esta radiación acelera la aparición de ciertos tipos de cataratas y de la degeneración macular asociada a la edad, dos de los problemas de salud ocular más frecuentes durante la madurez. 

Del mismo modo, la sequedad en el ambiente puede irritar los ojos, una situación especialmente dañina para los usuarios de lentes de contacto: cuando empiezan a secarse, pueden perder su forma y adherirse al globo ocular, lo que causa incomodidad y visión borrosa. Por eso es tan importante mantener una correcta lubricación de los ojos. 

Las calefacciones también suponen un problema añadido en espacios interiores al disminuir la humedad del aire. Aparece, por estas causas, el problema ocular más común en el invierno: la sequedad, que se traduce en una sensación de quemazón o picor o de que un cuerpo extraño ha entrado en el ojo.

Además, cuando hace frío o llueve, dedicamos más tiempo a ver la televisión, a leer o a navegar por internet, lo que puede incrementar la fatiga visual y la sequedad ocular.

Las personas que experimentan mayor incomodidad son las que padecen el denominado síndrome de ojo seco, que afecta al 10% de la población y cuyos síntomas incluyen dolor, visión borrosa, enrojecimiento o, incluso, lagrimeo excesivo, mecanismo con el que los ojos compensan esa falta de humedad. El ojo seco puede darse a cualquier edad, pero es más común en las personas maduras, especialmente en mujeres que han superado la menopausia.   

Para la mayoría de las personas, la sequedad ocular es simplemente una molestia, pero en los casos graves, aumentan nuestra vulnerabilidad a infecciones corneales, que pueden afectar a la visión de manera permanente. En este sentido, la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros, aconseja «un aumento de la hidratación ocular parpadeando más frecuentemente y administrando lágrimas artificiales e incluso utilizando humificadores en casas u oficinas».

Deportes de invierno

Capítulo aparte merecen quienes practican deportes de invierno, ya que hasta un 20% llegan a padecer enfermedades oculares. Sin una protección adecuada los daños pueden derivar en lo que se denomina «oftalmia de las nieves» o fotoqueratitis, una especie de quemadura de los tejidos sensibles del ojo cuyos síntomas son: lagrimeo, sensación de cuerpo extraño, ojos rojos, disminución de la agudeza visual…

Estos síntomas se suelen producir entre 3 y 12 horas después de haber estado expuesto de modo incorrecto a la luz solar en alta montaña. Y si fuera de una manera continua podría derivar en cataratas o lesiones retinianas debido, sobre todo, a la reverberación atmosférica y a la presencia de partículas en suspensión en el aire, como los cristales de hielo.

Por un lado, la nieve fresca refleja cerca del 80% de la luz solar (actúa como una lupa) mientras que la arena de la playa lo hace entre un 10 y un 25%. Y por otro, la proporción de rayos ultravioleta en la luz solar se incrementa un 10% cada 1.000 metros de altitud.

En el caso de los menores, la prevención es aún más importante, ya que los ojos de los niños filtran menos la luz pudiendo sufrir lesiones en el cristalino.

Con todo, la mejor manera de prevenir el daño es utilizar una correcta protección solar, tanto en usuarios de gafas, como lentes de contacto o lentes intraoculares, imprescindible si además existe alguna patología ocular o general de base como el ojo seco, cataratas, o tratamientos con determinados medicamentos por la posibilidad de fotosensibilidad.

También es importante conocer las condiciones en las que se desarrolla la actividad física para recomendar el tipo de protección apropiado (absorción del cristal, color, características de la montura…). En este caso, el Óptico-Optometrista aconsejará sobre las gafas homologadas con las lentes más adecuadas a cada caso teniendo en cuenta el color, forma, resistencia, tratamientos, protección al UV, para hacer que practiques tu deporte favorito con la máxima seguridad a nivel ocular.

Sobre este aspecto, Ana Belén Cisneros asegura que «las gafas de sol, sin duda, son nuestras aliadas en los deportes de invierno, para evitar tanto los efectos perjudiciales de los rayos ultravioleta como para que la nieve u otras partículas entren en los ojos».