Consejos para el ejercicio al aire libre
Los ópticos-optometristas de Castilla y León advierten de los riesgos de practicar deporte sin una protección ocular adecuada
– Aunque es frecuente pensar que sólo debemos proteger nuestros ojos del intenso sol del verano, los meses más fríos del año también pueden acarrear amenazas para la salud visual
Comunicación COOCYL, 29 de febrero de 2016. – En los últimos años estamos asistiendo a un verdadero boom del running. Cada vez son más las personas que, concienciadas sobre los beneficios del ejercicio en la salud, comienzan a correr de forma rutinaria e, incluso, a competir. Otras optan por los atractivos y numerosos deportes de invierno o por realizar frecuentes rutas de senderismo, una de las mejores opciones para hacer ejercicio en conexión con la naturaleza. El sol invernal, el frío, la nieve, y el viento no son obstáculo para los esforzados deportistas, convencidos de los enormes beneficios de la actividad física para disfrutar de una vida saludable. Pero, ¿somos tan conscientes de que este concepto debe contemplar también la salud visual?
Como se explica desde el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL), que representa a los 833 especialistas de la Comunidad, es frecuente pensar que sólo debemos proteger nuestros ojos del intenso sol del verano, sin tener en cuenta que los meses más fríos del año también pueden acarrear amenazas para nuestro bienestar ocular. Esta realidad afecta especialmente a quienes practican deporte al aire libre, una actividad que exige el uso de una protección ocular adecuada frente a los efectos dañinos del sol –muy especialmente en zonas de nieve-, el viento y el frío, y también para evitar objetos que puedan impactar en los ojos durante el ejercicio.
Así lo explica Ana Belén Cisneros, secretaria general del COOCYL, quien recuerda que en invierno el sol se sitúa más bajo en el cielo y a un ángulo diferente, lo que puede incrementar la exposición ultravioleta, tanto en días grises como en los despejados. Además, “el efecto dañino del sol aumenta mucho con la altitud, y puede generar quemaduras en la córnea, la retina y el cristalino, provocando fotoqueratitis y úlceras corneales, al tiempo que aumenta el riesgo de aparición de cataratas prematuras”.
Por eso, unas gafas de sol adecuadas para la práctica deportiva son un complemento imprescindible que también contribuirá a hacer frente a otras amenazas para la salud de los ojos, como el frío y el viento, “que afectan a la lágrima, haciendo que se evapore muy rápidamente y produciendo irritación y sequedad ocular”. Una mayor exposición a las infecciones y a las alergias oculares son algunas de las consecuencias más graves de esta desecación ocular. El problema afecta especialmente a los usuarios de lentes de contacto y a quienes padecen el denominado síndrome de ojo seco, cuyos síntomas incluyen dolor, quemazón, visión borrosa, enrojecimiento y, paradójicamente, lagrimeo excesivo, mecanismo con el que los ojos compensan la falta de humedad.
Adaptación personalizada
Por otro lado, destaca la secretaria general del Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León, “con las gafas evitaremos la invasión de cuerpos extraños en el ojo, como insectos, nieve, polvo, o cualquier otro elemento peligroso, y también conseguiremos practicar deporte con mayor comodidad, sobre todo en la montaña, donde el frío haría insoportable ir con los ojos desnudos”.
Así, y como sucede siempre que se quiere velar por la salud visual, lo más conveniente es utilizar una protección adaptada a las necesidades de la persona y del deporte elegido. En este sentido, los ópticos-optometristas recuerdan que realizar una correcta revisión ocular es fundamental para determinar posibles problemas y para seleccionar la gafa deportiva más adecuada. Actualmente existen múltiples posibilidades para las lentes y las monturas, entre las que se encuentran las forradas de silicona, que ajustan mejor y no causan rozaduras. Para correr, por ejemplo, lo mejor son las gafas de policarbonato con lentes nítidas, ligeras, resistentes, híbridas y sin vidrio, que protegen sin convertirse en un estorbo.
Además, los especialistas recuerdan que también hay que conceder importancia a los colores, de modo que, a grandes rasgos, los grises se usan para conducir; los verdes, para deportes náuticos y casos de hipermetropía; los marrones, para deportes al aire libre y miopía y los naranjas, para la noche o días nublados o con poca luz, pero nunca para jornadas soleadas.
¿Qué pasa si uso gafas de ver?
Quien tiene un problema de visión sabe que correr o realizar deporte con las gafas tradicionales no es nada cómodo. Sin embargo, quitárselas durante el ejercicio no es lo más adecuado, entre otras razones, porque en casos como la miopía aumenta la inseguridad del deportista y los ojos se esfuerzan más de lo debido –sobre todo en zonas sombrías o de noche-, lo que puede afectar también al rendimiento. “Quienes tengan algún defecto ocular pueden ponerse lentes de contacto para usar cualquier gafa deportiva o utilizar gafas de deporte graduadas”, apunta Ana Belén Cisneros.
En cualquier caso, los profesionales recalcan la importancia de una buena adaptación a la persona y a las condiciones externas, una garantía que no siempre se tiene en cuenta, a juzgar por el hecho de que más de la mitad de las gafas que se venden en España no disponen de una protección adecuada.