Es óptico-optometrista, y el próximo 28 de enero pronunciará la conferencia ‘El ojo seco en el entorno laboral. ¿Se puede prevenir?’ en el marco de la Jornada sobre Salud Visual organizada por Sacyl y el COOCYL

«La prevención es la clave para reducir lo máximo posible la sintomatología asociada al síndrome de ojo seco»

Alberto López Miguel expondrá en el Hospital Río Hortega de Valladolid cuál es la prevalencia del  llamado ‘ojo seco’, haciendo hincapié en las causas de este trastorno en el ámbito laboral y en la posibilidad de prevenirlo. En esta entrevista, el óptico-optometrista avanza algunas de las cuestiones que abordará durante la jornada.

 

¿Qué le parecen estas jornadas en las que, además de ópticos-optometristas y oftalmólogos, acuden otros especialistas, como los médicos de Atención Primaria?

La decisión de invitar igualmente a las jornadas a los médicos de Familia es óptima, teniendo en cuenta que actualmente en Castilla y León está vigente el convenio de colaboración entre el Colegio de Ópticos-Optometristas y Sacyl, para llevar a cabo una adecuada atención primaria visual de la población. Este convenio está permitiendo una colaboración estrecha entre los ópticos-optometristas y los médicos de Familia, por lo que realizar jornadas conjuntas se antoja necesario para fomentar sinergias profesionales que resulten en una mejor atención del paciente.

¿Qué prevalencia tiene el ojo seco en la población? ¿Existe un perfil de la persona afectada?

Actualmente, la prevalencia del síndrome de ojo seco en países occidentales se sitúa cercano al 4,5% en los hombres y al 8% en las mujeres; aunque dichas magnitudes puedan variar considerablemente en función de los criterios diagnósticos utilizados y el grupo de edad de la población incluida. El perfil más habitual del paciente que reporta sintomatología asociada al síndrome de ojo seco es el de una mujer en la década de los 50 años; sin embargo, el perfil de dicho paciente puede ser muy variable debido a las numerosas causas externas que pueden provocar un incremento de la sintomatología típica, como es el uso continuado de pantallas de ordenador, tabletas o móviles, o la exposición a condiciones ambientales adversas, tanto de interior como de exterior.

¿Qué causa el ojo seco en el entorno laboral?

Las causas más habituales de síndrome de ojo seco asociadas a un entorno laboral suelen ser las condiciones ambientales de los edificios donde trabajamos y, más concretamente, las magnitudes de temperatura, humedad relativa y flujo de aire a las que estamos expuestos de forma continuada durante nuestra jornada laboral. Esto es debido a que el componente más importante de la lágrima, en términos de cantidad, es el agua. Aunque la capa lipídica responsable de la reducción de la evaporación lagrimal también se ve afectada por las variaciones de temperatura. Una temperatura y flujo de aire elevados y una humedad relativa reducida van a provocar un incremento importante de la evaporación lagrimal que va a dar lugar a la exposición del epitelio corneal, provocando una reducción de la integridad corneal. Este hecho, a su vez, es probable que provoque sintomatología típica de una superficie ocular anómala, como la sensación de sequedad, cuerpo extraño o incluso dolor. Además, se debe tener en cuenta que progresivamente se está incrementando el número de horas de trabajo durante la cuales se utiliza un ordenador o una pantalla de visualización de datos, lo que indirectamente provoca una reducción del parpadeo reflejo, por lo que se incrementa la evaporación lagrimal, dando lugar, de nuevo, a una alteración de la superficie ocular.

¿Cómo se puede prevenir?

La prevención es la clave para reducir lo máximo posible la sintomatología y los signos asociados al síndrome de ojo seco. Siempre que sea posible el control de las condiciones ambientales de interior, la temperatura debería estar dentro del rango de entre 21ºC y 23ºC en invierno, y 24ºC y 26ºC en verano; mientras que una humedad relativa confortable se sitúa entre el 40% y el 60% (independientemente de que estos valores estén ya oficialmente regulados por cuestiones relativas al ahorro energético, RD 1826/2009). En lo que se refiere al flujo de aire, éste no debería superar los 0,20 m/s a nivel facial, ya que corrientes de aire superiores (ej., aire acondicionado) incrementan drásticamente la evaporación lagrimal. Finalmente, es igualmente aconsejable realizar descansos visuales frecuentes que eviten periodos de exposición elevados a pantallas de visualización.